PEHUENCHES, MAPUCHES... y PIÑONERO

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Pehuenches:

Los pehuenches habitaron la zona de los pehuenes o araucarias. Eran altos y delgados. El color de su piel era más oscuro y su cabello ondulado.
La base de su alimentación eran los piñones de las araucarias que cosechaban y conservaban durante el invierno en silos subterráneos. Con ellos hacían una especie de pan y una bebida parecida a la chicha.
Cazaban guanacos y recolectaban semillas y frutos silvestres. Sus viviendas eran toldos de cuero y los vestidos también los confeccionaban con pieles y se adornaban con plumas.
Poco a poco, después de la infiltración de los araucanos de Chile que se asentaron entre ellos, se fueron "araucanizando" y perdiendo casi todas sus primitivas costumbres y hasta sus características físicas.


Mapuches:

Son los llamados araucanos, pueblo originario del territorio chileno, con amplísima difusión en la Argentina, donde llegaron a ocupar en tiempos de la colonia todo el territorio pampeano y el norte de la Patagonia hasta parte de Santa Cruz, hace unos 250 años.
Con esta inmigración, se dio un proceso de adaptación y fusión con los pueblos anteriores a su llegada, sin grandes violencias y desplazamientos.
Se resistieron a la penetración blanca y fueron desplazados hacia el sur donde ofrecieron una tenaz resistencia y comenzaron su migración hacia la Patagonia y la Pampa.
Su estatura era más bien baja y su cabeza corta. En Chile eran agricultores, cultivando maíz, papas, ají, porotos, zapallo, y otros vegetales. Al pasar a Argentina se dedicaron a la caza y a la recolección, adaptándose a la vida nómade.
Usaron el toldo como vivienda que transportaban de un lugar a otro. Dormían sobre pieles de oveja.
Vestían con chiripa y poncho, y como calzado utilizaban botas de cuero. Las mujeres se peinaban el cabello con dos largas trenzas y se cubrían con mantas sujetas a la cintura con fajas de colores. Usaron como armas las boleadoras, que llevaban atadas a la cintura, la honda y la lanza de varios metros, que en la época de la conquista usaron contra los españoles, especialmente después de la adopción del caballo. Como armas defensivas usaban una especie de casco de cuero crudo y un escudo.
Su lengua, el mapuche, se fue imponiendo a todos los indígenas anteriores.
Eran polígamos: tenían tantas esposas como se lo permitía su riqueza.
Si bien la idea de un ser supremo es consecuencia de la influencia cristiana, todavía hoy se celebran entre ellos maravillosas fiestas paganas que respetan sus antiguas creencias, las más famosas de las cuales es el NGUILLATUN, donde se dirigen plegarias a NGUENECHEN, el señor de los indios, "dueño de la gente". En su desarrollo realizan varios ritos entre los que sobresale la danza llamada loncomeo, una de cuyas figuras era el choique purrún, en la que los bailarines imitan los movimientos del ñandú o choique.
Y es fundamental la intervención de la machi, shaman, médica o hechicera.
Era la encargada de curar, mediante hierbas y otros procedimientos como, ensalmos, sacrificios de animales y bocanadas de humo. La ceremonia se efectúa en un mallín o vallecito y allí se levanta el altar o rehue formado por cañas o mástiles plantados.
Los colores del nguillatún son el azul (el cielo) y el amarillo (el sol), y a veces el verde (los pastos).

(Extraido literalmente de la pag. web.interpagonia.com)


PIÑONERO

José Larralde



Piñonero de Moquehue,
vengo al pueblo,
cuántas leguas
pa llegar a Aluminé,
Con mi carga que no es mucha
y vale poco,
piñonero de la
tierra del pehuén.

Enchiguada mi carguera
cerro abajo,
Yo, en ojotas,
tranco a tranco, y a la par,
por tabaco, yerba,
sal, y alguna pilcha,
por seguir gastando vida,
o por durar.

Piñón, fruto de otoño,
mi instinto me llevó
a vivir de ti,
volviendo con tu
sueño de madera
el mundo que quisiera para mí,
Guardame en el rescoldo
de tus siglos,
yo sé que muerto allí...
no he de morir.

En el hueco de un pehuén
hice mi ruca,
que en invierno sin aurora,
nieva ya,
y pretendo con tu sabia
aunar mi sangre,
y en el fruto,
piñonero regresar.

Cuando el lago no me vea
por la senda,
cuando nunca más me llegue,
a Aluminé,
yo estaré cerca de Dios
y en el follaje,
por el vientre de mi
ruca volveré.

Piñonero, de Moquehue
vuelvo al pueblo,
cuántas leguas
pa llegar a Aluminé,
con mi carga,
que no es mucha y vale poco,
piñonero de la
tierra del pehuén.

Enchiguada mi carguera,
cerro abajo,
yo en ojotas,
tranco a tranco, y a la par,
por tabaco,
yerba, sal y alguna pilcha,
por seguir gastando vida
o por durar.

Por seguir gastando vida...
o por durar.

Un granito más en la historia de este blog, harán falta muchos granitos, para conocer a fondo, este precioso país, sus gentes, sus paisajes, su cultura, sus vidas, poco a poco nos adentraremos en el bosque de su historia y sembraremos palabras que recogan todo aquello que sirva para conocerlo mejor.

Un beso.